Más allá de la raya
Desde el año 2006 Ana y Diego Luque dedican casi todo su tiempo a la pintura, llegando a sistematizar la producción de la imagen a través de la investigación y la experimentación. Esta disciplina en el abordaje de la pintura les permitió recoger conceptos, ideas y materialización de algunos momentos capitales de la historia del arte moderno: la fuerza y la vibración del color y la espontaneidad de la pincelada remitirían al Impresionismo y al Fauvismo, así como el shock y la crudeza de la imagen adeudarían algo a la potencia comunicativa del Pop. Pero en ningún caso la filiación a estas formas históricas reduce la obra de estos artistas a lo superficial y dulcificado que toda imitación acrítica acarrea. Al contrario, todo el criterio cromático, el ímpetu gráfico comprometido con la línea, las texturas, la pincelada y el desborde del marco –salirse de la raya- definen una particular manera de la imagen, una que se sostiene sobre el filo arriesgado que supone resignar las técnicas pictóricas tradicionales y confiar en la expresividad de lo espontáneo, lo experimental y lo azaroso; estrategia que pone a la imagen en la frontera misma de la disolución del tradicional concepto de unidad, condición sine qua non de lo representacional.
Hay en la obra de estos artistas una fidelidad absoluta a las impresiones personales, aquellas vividas en la cotidianeidad de los días y la que procede de la maraña de la memoria y los recuerdos. Por ello, lo representacional no cede soberanía al dato especular, realista; no pretende testimoniar lo real sino como experiencia fresca, lúdica y espontánea de la sensibilidad, la imaginación y el humor con que cincelan los sueños y expectativas personales cada uno de ellos. De ahí que la arquitectura, la naturaleza, la figura humana, bicicletas y vetustos colectivos, entre otras cosas, no se regodeen en su propio ser, en su estar en el tiempo y el espacio del mundo de lo real, sino que se evidencian, aparecen, como fenómenos plásticos humanizados por la energía y el gesto de la línea, el color y la materia con que los artistas crean y ofrecen todo un universo paralelo, alternativo y liberador propios de la forma del arte.
Una consideración ulterior puede señalar la apuesta abierta y honesta de Caro y Diego por una imagen plástica –sin alarde revolucionario alguno- que busca transmitir alegría y esperanza, que quiere recuperar más allá de la mera anécdota el valor de la cultura compartida, con notas y contenidos destellando ora en algún aspecto urbano o campesino, ora en la arquitectura del poder o en la imagen kitsch de lo folklórico.
Por último, la contundencia expresiva de esta producción reciente evidencia las posibilidades de lo pictórico en el arte contemporáneo paraguayo; experiencia que legitima su proposición no en la decadente repetición cansina de lo académico, sino en el desafío que supone buscar un horizonte plástico posible en la experimentación e incorporación honesta de modos alternativos en la manipulación del color, la materia, la figura y el soporte en la concepción de la imagen.
Carlos Sosa
As., junio de 2013